Mi amigo Raúl me ha pedido que escriba algunas palabras como prólogo a su nuevo catálogo de pinturas, y aunque mi primer impulso fue declinar el honor, en respeto a mis limitaciones como crítico de arte, acepté por la sencilla razón de que por años compartimos el ambiente en el que se han gestado sus pinturas, pues ambos teníamos casa en ese maravilloso paraje llamado El Jonuco, escondido en las montañas entre Monterrey y Saltillo.

Él aun vive ahí y ahí tiene su estudio. Yo sólo guardo recuerdos de las montañas, las horas y luces parecidas (pero nunca exactamente iguales), la vegetación semidesértica, y los cambios que llegaban con las estaciones. Nos sentábamos en la terraza a tratar mil temas y aunque jamás llegamos a ninguna conclusión, en esas noches fue cuando nos hicimos verdaderamente amigos.

En cuanto a su pintura, creo que fui testigo de sus primeras obras y de la innegable evolución que fueron teniendo según él perfeccionaba su arte. Pienso en lo pintores, en su impulso, su ambiente y su creación. Al ver las muy idealizadas pinturas rupestres con cazadores y gacelas en movimiento que creo que hasta hoy ninguna escuela pictórica ha logrado emular, pienso que los motivos de aquellos grandes maestros eran místicos, y que este patrón se ha repetido hasta el siglo xx. Ciertamente Raúl comparte esa pasión mística, y por ello quizá algunos en este tiempo lo consideren un anacronismo. Están equivocados, pues él pinta la verdad que siente en su alma, como lo hicieran El Greco o Van Gogh, y esa verdad va más allá de las modas del siglo.

Pienso ahora en el ambiente, y recuerdo ciudades y campos famosos por sus aires y por pintores que capturaban sus paisajes, que sin tener los megapixeles de las cámaras de hoy, eran más fieles a la realidad humana. Y lo que ocurre es que el pintor no copia lo que está frente a él, sino que expresa con pintura lo que está dentro de su mente.

Y en este caso, el aire, el ambiente se convierten en cruciales, pues vivir en el jonuco no deja de ser una forma de ser ermitaño y volver una y otra vez a buscar la realidad interior, y si eres pintor, ponerlo en un lienzo.

Pues eso es lo que hace Raúl en el Jonuco.

Guillermo Price

Galería El Jonuco, ubicada en el corazón de las montañas recopila la obra del artista Raúl Ramonfaur Royo con alrededor de 60 piezas pictoricas al óleo, muchas de estas piezas remembranzas a lo largo de su vida.

Un espacio único y predilecto para la inspiración y creatividad del artista ubicado al oeste de la ciudad de Monterrey, N.L. Te invitamos a dar un recorrido virtual donde podrás apreciar gran parte de sus obras.